Lavar los platos es un tema en su cotidianeidad. Hay dÃas en que la motivación la lleva a lavar la loza cada vez que ocupa algo, hay otros en que la va acumulando para limpiar todo junto al final del dÃa y hay ocasiones – tal vez las más seguidas- en que no lo logra y deja toda la loza para la mañana siguiente luego del desayuno y ahà lava todo, creando con ella una magnÃfica obra de arte contemporáneo, que por cierto, correrá riesgo de derrumbe cada vez que intente sacar un vaso para tomar agua o la taza del café.
Al principio, ponÃa una serie en su celular mientras lavaba, siempre dice que es como poner el cerebro en mute. Asà es que la serie corre sin ponerle mucho asunto y asà siente que descansa cuando en realidad sigue trabajando, solo que por ese trabajo no le pagan.
Uno de estos dÃas estaba en esa rutinaria tarea cuando a su cabeza vino una pregunta: ¿Cuánto amor cabe en un solo lugar? Al principio no le dio mucha importancia a la idea, le pareció tonta, mal formulada…cómo va a ser que el amor ocupe espacio pensaba. Pero lo cierto fue que la pregunta se quedó con ella y la rondó durante dÃas al pensar en las diversas formas de vida que la rodeaban.
A su cabeza comenzaron a llegar recuerdos de todas las veces que habÃa amado, todas las decenas de veces en que habÃa entregado alma y corazón a vidas que el destino habÃa puesto y -muchas de ellas- luego arrebatado de su alrededor. Pensó en todas las risas, carcajadas, abrazos, silencios, caricias y deseos recibidos y entregados; pensó también en todas las veces que el amor por una vida la despertó o le nubló la vista al pensar que corrÃa un riesgo o que la extrañaba.
Se descubrió pensando además en todas las veces que creyó amar, pero en realidad solo habÃa sentido dolor, molestia, angustia o ansiedad. Ese dÃa notó que algo se transformó en ella, que se construÃan nuevas categorÃas y maneras de entender las relaciones que la rodeaban o la habÃan rodeado en su historia.
Desde que piensa en cuánto amor cabe en un solo lugar, también ha pensado en cuánto dura el amor, pero eso aun no lo resuelve. Lo que sà sabe ahora, es que lavar los platos puede convertirse en su espacio de terapia favorito, al menos mientras dure el cautiverio.
Jessica Jerez Yáñez
Agradecemos la fotografÃa de Max Contreras Navarrete https://www.instagram.com/mcn_fotografia/